En el siglo XIX hubo nuevas oportunidades para adquirir más conocimientos y mostrar habilidades para estar a la par de los hombres, aunque su atraso era notable. En la sociedad decimonónica se pensaba que la maternidad y el cuidado del hogar era el deber principal de la mujer, de otra manera irían contra la naturaleza y el orden. Aunque hubo muchas mujeres educadas en cultura y letras al igual que los hombres, pero en menor cantidad, la desproporción dependía de las profesiones. Las mujeres podían ser educadas si tenían la economía para adquirir libros, acceder a letras y al arte, “entre las mujeres, más que entre los hombres tener fortuna o pertenecer a una familia acomodada era prácticamente un requisito para ingresar a la élite el conocimiento, y aún así muy pocas lo lograban.”[1], por el contrario, los hombres tenían más oportunidades.
A finales del siglo XIX, el periodismo se caracterizaba por ser de opinión y textos de discursos argumentativos; unos con publicaciones oficialistas para alabar al régimen porfirista, otros eran críticos y de denuncia. También hubo prensa especializada, fue en donde las mujeres se integraron al periodismo. Las primeras publicaciones que querían atraer al público femenino fueron especializadas en literatura, en 1825 el Almanaque de las señoritas y al siguiente año El Iris.
Después comenzaron las publicaciones solo para mujeres, pero escritas por hombres que publicaban lo que consideraban apropiado para mujeres: El calendario de las señoritas mexicanas (1838), Panorama de las señoritas (1842), La semana de las señoritas mexicanas (1850-1852), entre otras; la mayoría sólo quería entretener a las mujeres que no consideraban deberían tener una educación fuera del hogar. Por otro lado, La semana de las señoritas (1851-1852) motivó, por primera vez, a las mujeres a participar en sus secciones, obteniendo buenas respuestas pues mucho de lo recibido eran cartas, charadas, adivinanzas. Que hubiera esas publicaciones indicaba que había un público femenino que se identificaba o se relacionaba con el contenido, además de poder tener un lugar donde expresarse, pero luego se demostró que no era suficiente.
Hubo mujeres que a través de cartas protestaron y exigieron mejor material, preferentemente producido por escritoras. Ante ese desdén a periódicos para mujeres por hombres, varias mujeres se animaron a crear sus propias publicaciones, a la vez hubo más editores y escritores que las alentaron a colaborar en sus secciones y publicaban sus textos. Entre 1873-1889 las mexicanas comenzaron a fundar sus publicaciones periodísticas, “a insertar en sus páginas artículos y columnas, a construir sus realidades, a hacerse visibles en su sociedad, a argumentar sobre su propia condición femenina y a integrarse al periodismo”[2] , la prensa se volvió parte de sus vidas. Las publicaciones femeninas del siglo XXI más importantes por y para mujeres: Las hijas del Anáhuac (1873), El Correo de las Señoras (1853-1894), Las Violetas del Anáhuac (1887-1889), El Álbum de la Mujer (1883-1890). Escribiremos un poco a profundidad de la última.
Su fundadora, directora y escritora fue Concepción Gimeno de Flaquer, se publicó mediante la Imprenta de Francisco Díaz de León desde el 8 de septiembre de 1883 y su último número fue el 29 de junio de 1890; tuvo un suplemento La Crónica: periódico político, mercantil de noticias y avisos, del cual fue director su marido Francisco de Paula Flaquer, quien también colaboró con el periódico principal.
La pareja llegó de España al país en agosto de 1883, de situación privilegiada, por lo cual pudieron relacionarse con la élite intelectual española y fueron bien recibidos por la mexicana, ambas esferas se ven reflejadas en los colaboradores y colaboradoras del periódico; poco después comenzaron con la publicación, la cual fue longeva por su recibimiento y la cuestión financiera, pues su directora tenía los recursos para comenzarlo y luego se mantuvo mediante las ventas y las suscripciones.
“El hecho de que fuera publicado semanalmente los domingos sin interrupción aparente, nos indica una doble pretensión de la editora, primero la propagación de la moral y la cultura (…) y segundo, la creación o la confirmación de un hábito entre el público lector femenino, es decir, una lectura que además de instruir se preocupara por la distracción de su público”[3], pero también cumplir en el hogar, como se ve al leer los distintos artículos.
Durante el siglo XIX en México hubo diversas publicaciones “que pretendían propiciar, fomentar o enriquecer la escasa y deficiente educación que se les proporcionaba a las mujeres”[4] , ya sea con una publicación entera o secciones de la misma, pues en esos momentos se veía a la educación como importante para desarrollar al país y así obtener mejoras; los periódicos eran un importante suplemento de los insuficientes esfuerzos del gobierno por la educación pública. En ese medio había posturas distintas sobre la enseñanza femenina, sobre todo referente a educar e instruir, los cuales eran términos distintos: la educación implicaba que la mujer aprendiera lo necesario para su trabajo como madre, esposa y ama de casa, rechazando cualquier otra clase de enseñanzas; mientras que la instrucción era más inclinada a la educación intelectual para que pudiera mantenerse dentro de la sociedad y educar mejor a sus hijos, pero no eliminaba la educación familiar. En esta última línea se inscribe El Álbum, pues su postura era defender el derecho a la instrucción de las mujeres.
Desde el primer número, la directora dejó en claro lo que quería hacer con el periódico: dar sus conocimientos a las mexicanas, retratar sus méritos, virtudes, facultades intelectuales, “les reservo en el Álbum una recopilación de todo lo más instructivo, moral y ameno, debido al esclarecido talento de los primeros escritores europeos y americanos”[5]. La participación de la directora fue importante porque en sus artículos comentaba, describía, criticaba aspectos relacionados con las mujeres, en algunos mostró su interés por la instrucción de ellas, “no se puede negar que la mujer tiene el cerebro perfectamente organizado para pensar”[6] , pero que no desentonara con su maternidad. Hay otros donde defiende los méritos y virtudes femeninas del siglo XIX, “a despecho de sus impugnadores, la mujer que ha nacido para brillar, brillará por sí misma: inútiles que intenten oscurecer su gloria”[7], para que la sociedad reconociera su intelecto, tenía la convicción de que los hombres también tenían culpa de esa situación y los quería persuadir de que en la sociedad debía dominar la razón de todos y todas.
El periódico es una rica fuente de información de la época, nos muestra el pensamiento de las y los colaboradores, que fueron muchos a lo largo de su existencia, quienes trataron diversos temas: arte, literatura, medicina, el papel de la mujer o personajes históricos femeninos; cada uno con un punto de vista que acrecienta la conversación y deja mucho más que investigar sobre este periódico que buscaba incrementar el conocimiento de las mujeres –aunque no solo de ellas–, y ayudarlas a crecer como seres humanos.
Bibliografía
Directora y propietaria Concepción Gimeno de Flaquer, El Álbum de la Mujer: Periódico Ilustrado, consultado enhttp://www.cervantesvirtual.com/portales/miguel_de_cervantes/partes/983446/el-album-de-la-mujer-periodico-ilustrado-983446 (9 de noviembre 2020).
Hernández Carballido, Elvira, “Periódicos pioneros fundadas por mujeres: Las hijas del Anáhuac, El álbum de la mujer, El correo de las señoras y Violetas del Anáhuac. (1873-1889)”. Derecho a comunicar. Revista científica de la Asociación Mexicana de Derecho a la información, núm. 6, (septiembre-diciembre 2012), p. 13. Consultado en https://www.google.com/url?sa=t&source=web&rct=j&url=https://www.uaeh.edu.mx/investigacion/productos/6815/&ved=2ahUKEwj3mJfipazuAhWGX80KHd27DwgQFjAAegQIARAB&usg=AOvVaw3JFQePMUfdzV0IDNaUT8jg
“María de la Concepción Gimeno de Flaquer” en Real Academia de la Historia, consultado 5 de febrero, http://dbe.rah.es/biografias/13368/maria-de-la-concepcion-gimeno-de-flaquer
Pech Can, Nidia Yzabel, “Emancipación femenina, madres y esposas en El Álbum de la Mujer. 1883-1890” tesina para acreditar el Seminario de Investigación III, Universidad Autónoma Metropolitana/ Unidad Iztapalapa/ División de Ciencias Sociales y Humanidades/ Departamento de Filosofía/ Área de Historia, septiembre 2000, pp. 12-64. Consultado en https://www.google.com/url?sa=t&source=web&rct=j&url=http://148.206.53.233/tesiuami/UAM1302.pdf&ved=2ahUKEwigmJGay-PuAhUEbawKHWLHCAEQFjAAegQIARAB&usg=AOvVaw1_QXw-xnc2thjbWDwC6dsN
Staples, Anne, “Mujeres Ilustradas mexicanas, siglo XIX” y Hernández Carballido, Elvira, “Un recorrido por las publicaciones de mujeres en el siglo XIX” en Historia de las mujeres en México, México: Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución de México; Secretaria de Educación Pública, 2015, p. 137. Consultado en https://www.google.com/url?sa=t&source=web&rct=j&url=https://www.inehrm.gob.mx/work/models/inehrm/Resource/1484/1/images/HistMujeresMexico.pdf&ved=2ahUKEwjVwdiWo6zuAhUHQ80KHfONDiAQFjAAegQIARAB&usg=AOvVaw1gSJ_QjuyoXnTcENsiaWd4
Torres Aguilar, Morelos y Ruth Yolanda Atilano, “La Educación de la Mujer Mexicana en la prensa femenina durante el Porfiriato”, en Rev.hist.educ.latinoam, vol. 17, núm. 24, enero-junio 2015, pp. 217-242. Consultado en https://www.google.com/url?sa=t&source=web&rct=j&url=http://www.scielo.org.co/pdf/rhel/v17n24/v17n24a11.pdf&ved=2ahUKEwjBy8mDy-PuAhUDIqwKHZyqDVIQFjAAegQIARAB&usg=AOvVaw1L8dMF8Do8H39mfEuHA5qS
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