Desde hace décadas México ha albergado y visto florecer a grandes artistas; pareciera que esta tierra es un semillero de talento que ofrece el contexto necesario para explorar sus dones.
Y haber nacido en esta tierra no es un requisito necesario; tal fue el caso de Remedios Varo, artista de origen español que eligió a México como su segundo hogar, y donde creó obras tan irreales como magníficas que le otorgaron reconocimiento mundial.
María de los Remedios Varo Uranga nace en Anglés (Gerona) España el 16 de diciembre de 1908; su padre de profesión ingeniero hidráulico, tenía que viajar constantemente, lo que provocó que la familia Varo tuviera que moverse por toda España y Marruecos, ella creció entre el ir y venir de un lugar a otro, lo que marcaría los primeros años de su vida, hasta que en 1917 se establecen en Madrid.
Desde temprana edad aprendió el manejo de las herramientas del oficio de su padre, quien de pensamiento libre, contrastaba con la naturaleza apacible de su madre. Remedios desarrolló gran capacidad para las matemáticas y para el dibujo, además, se interesaba por leer libros científicos propiedad de su padre y hermano mayor.
Ya en Madrid y después de finalizar sus estudios básicos, es impulsada por su padre para ingresar a la “Real Academia de Bellas Artes de San Fernando”, actualmente conocida como Academia de San Fernando, de donde se gradúa en 1930. Su talento se comenzaba a denotar y participa en una exposición colectiva de la academia y en otra organizada por los “Dibujantes de Madrid”. Contrae matrimonio con Gerardo Lizárraga, y aunque se separaría dos años más tarde, logró relacionarse con varios artistas cuando trabajó en el ámbito publicitario mientras estuvieron asentados en París.
En años posteriores participa en distintas exposiciones que le permitieron irse perfilando en su preferencia por el surrealismo, tales como la Exposición Internacional del Surrealismo en Tokio o la Exposition Internationale du Surréalisme en Paris. A la par de la guerra civil española y su activismo antifranquista, Remedios Varo va ganando reconocimiento en el mundo del arte, codeándose con un nutrido círculo de artistas como Benjamín Péret, poeta surrealista francés con quien comienza una relación y se establece en París, y Leonora Carrington, con la cual formaría una entrañable amistad para toda su vida. Definitivamente es fácil imaginar que el estar rodeada de un cúmulo de artistas surrealistas en una ciudad llena de arte, fomentó el desarrollo de la figura emblemática que llegaría a ser.
Sin embargo, su estancia en París terminaría en 1941 bajo el contexto de la invasión nazi a Francia. Benjamín y Remedios deciden salir de Europa y llegan a Ciudad de México a finales de ese año para establecerse. En aquella época el gobierno de Lázaro Cárdenas tenía apertura con los refugiados extranjeros y les permitía naturalizarse mexicanos, dotándolos de grandes facilidades en el país. Y es que, a pesar de que a su llegada se desempeñara en trabajos artesanales y de publicidad, sería en México donde crearía las obras que le consolidaron para la posteridad.
Al encontrarse en este país, Remedios accedió al grupo de artistas que compartían la época, fueran extranjeros o mexicanos, como Octavio Paz y Eva Sulzer. Se sintió rápidamente acogida y expresaba su admiración por la nación; y a pesar de que, tras su separación con Péret en 1947, ella permaneció un tiempo en Venezuela en una expedición científica, regresaría a México para nunca más irse al considerarlo su hogar, ¿Pudiera ser que aquí encontrara el lugar ideal para asentarse y dejar ese ir y venir que la acompañaba desde niña?; también se casaría con el austriaco Walter Gruen, quien la incitaría a reanudar su carrera como artista.
Es a partir de ahí donde Remedios da rienda suelta a su creatividad; al coincidir con el hecho de que en el país formó una red de amistades con las que exploraría el misticismo y la espiritualidad, comenzó a plasmar estos elementos en las pinturas que creaba. Los sueños, la alquimia y el psicoanálisis también parecían ser un tema recurrente. Tampoco se puede dejar de lado su predilección por la aparición de elementos cósmicos en sus obras.
Adentrarse en el mundo surreal de Remedios Varo es toda una experiencia, pues cada componente parece estar colocado minuciosamente como parte importante de todo el conjunto. Da la impresión que las obras que presenta son una ventana a un sueño que revela la complejidad de la psique humana. Un sueño que desafía la normalidad y nos muestra lo que yace en el subconsciente; y es que, el surrealismo en sí, como movimiento artístico, nos muestra “otra realidad” que se sale de los patrones de lo lógico. A este movimiento no le interesa representar la razón y lo correcto, sino que rompe toda normatividad y facilita que el espectador o lector, pueda dejar volar la imaginación y se permita mirar en la ventana de lo surreal.
Pensar en las obras de Remedios Varo es evocar el carácter onírico que reflejan y que nos invita a seguir contemplando el mundo alternativo y místico que creó, con el elemento femenino como figura destacada y recurrente, pero no desde el ideal estético, más bien desde un modo transgresor, representándole como fuente de conocimiento al ser alquimistas o figuras espirituales. Por mencionar algunas de sus obras más conocidas: Papilla Estelar, Bordando el manto terrestre o Naturaleza Muerta, que fue el último óleo que pintó.
El tema de la mente y lo subconsciente le otorgaba un carácter enigmático a lo que plasmaba en sus lienzos. Un claro ejemplo es el de la pintura Mujer saliendo del psicoanalista del año 1960, la cual se considera una de las obras más emblemáticas de esta artista. Si se mira bien, a la entrada del consultorio se puede leer “Dr. Von FJA”, siendo un pequeño guiño a Freud, Joung y Adler, figuras ligadas al ámbito del psicoanálisis; el rostro oculto en la túnica representaría el subconsciente y lo oculto del mismo. Incluyó también el carácter liberador que significa dejar ir de la mente aquello que ya no sirve, y se encuentra representado en que la mujer de la pintura sostiene una cabeza que va dejando caer a un pozo, puesto que Remedios decía que “soltar es lo que se debe hacer al salir del psicoanálisis”. Sin duda esta artista se encargó de plasmar todo un imaginario de su mente en cada óleo, no hacen falta las palabras para saber lo que quería representar, y si nos fijamos con detenimiento siempre podremos descubrir una que otra curiosidad de sus pensamientos.
Remedios Varo murió en Ciudad de México el 8 de Octubre de 1963, dejando un importante legado al mundo del arte. En 1964 se realizó una Exposición-Homenaje con sus obras en el Museo de Arte Moderno, la cual rompió récord con el mayor número de asistencia y desde su muerte hasta la actualidad, sus pinturas siguen siendo convocadas para ser parte de exposiciones. Esto es muestra del impacto que su trabajo sigue teniendo y de cómo el surrealismo continúa atrayendo a las personas por su forma de mostrar lo fantástico de la mente humana. Sin duda a veces desafiar un poco la realidad nos deja un buen sabor de boca, ¿no lo crees?
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