El día fue largo, no hubo tregua a la ardua rutina de quemar el tiempo.
Papá, esposo e hijo se han ido, y nuevamente me encuentro al filo de la cama,
temiendo el letargo de aquellas noches que el viento no limpió por completo.
El silencio llegó y ya me encuentro armado de valor de infante mordiendo la almohada.
El sigilo con que llega la calma de la medianoche corteja las horas sombrías de mi desvelo,
hoy no es diferente... el incesante ir y venir de momentos contradictorios duele
"te amo sunshine, sin importar que sean otros los brazos que te arropen"
"amiga no estás sola", "hay más que un tipo de belleza", "¡no te marches!"... y ya lloro sin
consuelo.
Me pongo de pie anhelado no haber desechado todo el fármaco de incipiente felicidad
mortifica y alargan los minutos el no tenerle;
pues no hay brebaje o remedio que no haya usado y descartado su utilidad.
Grito en silencio los "hubiera" y "si tan solo" que cargo a cuesta.
El llanto no cesa y no más que escribir;
Alpha y la fría avenida acompañan mi desvelo,
conforme mi cansancio se acumula la gente habita las aceras,
el oscilante y frío infierno que padezco casi tiene fin.
Y nuevamente termino aquí, frente al espejo, guardando el tiempo en la profunda cuenca de mis ojos.
Mi torso desnudo tiembla y abrazo el sentirme vulnerable al gélido chorro quemando mi piel.
¡Pero amo! amo con mis pies, con mis rodillas y cada cicatriz que me adorna,
pues cada día renace en mí el amor a la vida, a la tierra y al orgasmo simple de vivir.
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REVISTA CULTURAL
Vol. 2 N. 2 | julio-agosto 2024
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