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Canibalismo: el mayor tabú



En el canibalismo un individuo puede comerse a otros de la misma especie (como las mantis religiosas), la antropofagia es comer carne humana, como un animal que se come a un humano. Desde épocas remotas se conocen historias de canibalismo, una viene de la mitología clásica en donde Cronos se comía a sus hijos para no ser destronado; durante el siglo XVI los exploradores europeos relataron encontrar tribus o pueblos caníbales en Papúa Nueva Guinea, India, Chile, Paraguay, México; afirmado tanto por hechos como hambrunas, para hacer más interesantes los libros sobre narraciones de tierras nuevas, o solamente para horrorizar y legitimar los actos violentos cometidos contra esas comunidades para “civilizarlas”, aunque también existe la variante en donde los exploradores comen carne humana.

El canibalismo parece retroceder a un pasado salvaje de instinto y superstición, uno de los casos más populares en ese aspecto es el de Sawney Beane[1] y su familia a finales del siglo XIV en Escocia. Ellos se habían separado de la comunidad, vivían en una cueva, cometían incesto y se alimentaban de los viajeros que pasaban cerca de su cueva además de robarles; los descubrieron cuando atacaron a una pareja y las personas de las comunidades cercanas pudieron auxiliarlos, aunque se duda de su veracidad. Pero aún sigue vigente de distinta manera, incluso existe en el lenguaje cotidiano.

Causa horror y fascinación, desde casos reales a los representados en el cine, “consumir carne humana llama una respuesta emocional intensa que asociamos con circunstancias anormales o civilizaciones primitivas.”[2], pero se ha demostrado que es un acto dentro de la cotidianidad, cada vez se va volviendo más cercano, más común, realizado por personas consideradas cuerdas, pero que rebasan ese límite por múltiples factores. Existen varias clasificaciones para este acto: sexual, agresivo, ritual, espiritual, nutrición, placer, necesidad; pero no son exclusivas y un criminal puede tener varias.

El canibalismo sexual es una forma de sadismo sexual asociado con la necrofilia, además de que los involucrados pueden haber tenido experiencias con drogas que los llevó a tener una sensación que quisieron replicar con la antropofagia. El canibalismo puede incrementar la vitamina A y aminoácidos que provocan un efecto en la sangre y cerebro, los cuales pueden alterar a las personas y así explicar el paso del consumo de drogas a la antropofagia. Por otro lado, con el canibalismo agresivo, su motivación puede ser por control sobre sus víctimas, volviéndose la mayor expresión de dominación, también se puede actuar por hostilidad o miedo, que llevaría a la necesidad de vengarse o ejercer poder mediante el asesinato y consumir el cadáver. El canibalismo ritual es caracterizado por querer obtener las virtudes de sus víctimas, varios antropófagos aclararon que ingirieron a sus víctimas para obtener sus características. El canibalismo nutricional es por el sabor o valores nutritivos de la carne.

El canibalismo sexual o criminal es el más repudiado de todas las variaciones, además de contener otras, porque se ve salvaje y choca con aquellos que lo hacen por placer y son “normales”. Uno de los ejemplos más conocidos es el de Armin Meiwes, un hombre alemán que contactó a Bern Brandes en 2001, después de que este hombre con depresión se ofrecía por internet para ser comido vivo, se reunieron en la casa de Meiwes, donde había preparado una habitación, Bern tomó pastillas para dormir y alcohol antes de la amputación de su miembro, el cual Armin cocinó para los dos, luego lo mató para desmembrarlo y almacenar su carne para su consumo, todo quedó grabado.

Cuando la policía lo detuvo, el criminal declaró que quería que la víctima se volviera parte de él; al profundizar en su vida notaron que desde niño tenía esos deseos caníbales, además de un gran sentimiento de abandono; por otro lado estaba Bern, quien quería suicidarse pero con la idea de trascender, por eso agregó a otro hombre para incorporarse a él, manejó todos los actos hasta su muerte. Al final, a Armin Meiwes le dieron cadena perpetua por homicidio, pues lo guío el querer cumplir su fantasía, aunque lo compartiera con el deseo de alguien más, esto puede explicarse de la siguiente manera: “El acto de comerse el cuerpo asesinado implica una situación simbólica, dónde, de alguna manera, parece estar diciendo “no puedes vivir fuera de mí y no me puedo relacionar afectivamente contigo. Entonces me relaciono a través del estómago y no de mis sentimientos”.”[3]

Pero no solo se han dado esta clase de canibalismo, sino que también hay muchos otros casos en donde cometieron este acto para sobrevivir: en los 70’s hubo un accidente donde un avión cayó en los Andes y los sobrevivientes del choque tuvieron que vivir a base de carne humana de sus compañeros muertos hasta que fueron rescatados, esta tragedia se convirtió en un libro y una película; lo central es el canibalismo, que lleva al conflicto moral por el hecho de deshumanizar a los cadáveres para el consumo y el decidir qué partes comer. Es el más representativo, pero no el único.

Con los casos anteriores y diversos estudios, durante los siglo XX y XXI, se ha demostrado que el canibalismo ha existido en todos lados, aunque, se ha de aclarar, en los siglos anteriores se vio como “paradigma de la diferencia”[4], lo cual llevo a entender que era algo que no se deseaba en los países desarrollados, debido a la relación con el salvajismo, por lo cuál se ha trivializado y pasó a ser otro objeto de consumo. El canibalismo ya no se puede ver lejano, pero para poder aceptarlo, se le vincula al arte, como el performance “Comiendo gente” del artista Zhu Yu, pues el arte le resta inmoralidad y lo separa del canibalismo salvaje; al negocio como hacer viajes exóticos a lugares en dónde hay extremos que buscan el canibalismo, como se muestra en la versión castellana de Selecciones de Reader’s Digest de noviembre de 1996.

“En el pasado el canibalismo occidental era expresivo de algún tipo de animalidad anómala o de posesión demoníaca”[5], pero, como se demostró antes, se ha vuelto algo más cotidiano, la mayor muestra de ello son las series y películas de detectives en donde suceden estos actos, como la serie Hannibal (basada en el libro de Thomas Harris Dragón Rojo), que le quita el salvajismo, aunque no la relación con la maldad e incluso la “locura” causada por diversos factores. Ahora se sabe que muchos criminales que mataron para comerse a sus víctimas tienen trastornos mentales, principalmente, psicopatía; pero eso no significa que todos aquellos que tengan un trastorno mental se conviertan en un caníbal, son solamente una parte existente, pero no la única; existen trastornos mentales diversos, complejos y la mayoría de las veces son inofensivos, solamente se relacionan, sienten o viven distinto, pero eso no los hace peligrosos de inmediato, necesitan comprensión y aceptación, lo cual se está logrando cada vez más.


Bibliografía

Ostrosky, Feggy, “Capítulo VII. En la mente de un caníbal” en Mentes asesinas. La violencia en tu cerebro. 191-206, México: Editorial Quinto Sol, 2011.

López García, Julián, “Canibalismo siglo XXI. La actualidad popular de una vieja preocupación antropológica” Revista de Dialectología y Tradiciones populares, vol. LXIV, núm. 1, (2009): 95-132, https://doi.org/10.3989/rdtp.2009.027

[1] Su historia se puede encontrar en el artículo de Julián López García, citado más adelante, en dónde pueden encontrar más detalles del tema e imágenes. [2] Dra. Feggy Ostrosky, “Capítulo VII. En la mente de un caníbal”, en Mentes asesinas. La violencia en tu cerebro (México, Editorial Quinto Sol, 2011), 191 [3] Ibíd, p. 205 [4] Julián López García, “Canibalismo siglo XXI. La actualidad popular de una vieja preocupación antropológica” Revista de Dialectología y Tradiciones populares, vol. LXIV, núm. 1, (2009): 96 https://doi.org/10.3989/rdtp.2009.027 [5] Ibíd, p. 125

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