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Reflexión sobre la casualidad

“Más en cuanto a las cosas que se hicieron durante la guerra, no he querido escribir lo que oí decir a todos, aunque me pareciese verdadero, sino solamente lo que yo vi por mis ojos […]. Aunque también en esto, no sin mucho trabajo, se puede hallar la verdad. Porque los mismos que están presentes a los hechos, hablan de diversa manera, cada cual según su particular afición o según se acuerda…”

Tucídides, Historia de la Guerra del Peloponeso, libro I.


- ¿Pero cómo quieres que te explique todo esto? No creo poder, la verdad. –


- ¡Anda, tan sólo así! Aparte, tú sacaste el tema. Explícamelo como puedas, por favor. - Por la música del lugar me hablaba cada vez más cerca del oído y las ideas se me iban deshaciendo, sólo podía pensar en su boca cerca de mi tímpano.


- ¡Bueno, pero veamos qué tal sale! - Una voz chillona tomaba el micrófono a la par y yo tomé valor para acercarme a su rostro- Pues hay una serie de cosas que podemos entender a la primera por qué suceden. Tan sencillas como por qué tengo hambre en este momento: ¡Ah, por no haber comido hace rato o por el beber alcohol! Bueno, tampoco son tan sencillas, pero por lo menos nos podemos quedar con esas dos razones. - Me temblaba la voz, como si hubiera peleado todo un round sin meter las manos.


- ¡Dímelo un poco más cerca, es que no te escucho bien! - Sentí como el corazón me tronaba con fuerza, como cientos de caballos galopando o un cohete directo a la luna sin regreso.


- ¡Ay! Es que imagina, yayayaya aplicado a lalala rrrrealidad- tartamudeaba, nunca es fácil sostener la palabra en la boca cuando quiere escapar un beso, respire hondo y continue explicando mi maraña de ideas- es comprensible porque suceden las revoluciones, las revueltas y los motines. Una serie de hechos determinados llevan a las personas a levantarse, contra los amos, para el ataque. El hambre, el abuso, el descontento, entr…-

A pesar de todo el ruido, me escuchaba con tanta atención y me sonreía mientras me tocaba el brazo.

- ¡Eso ya lo estoy entendiendo! ¿Pero qué pasa con las casualidades? A eso íbamos. - Le brillaban los ojos, ¿habrá sido por la luz del bar?


- ¡Sí, sí, cierto! Para allá voy. Perdona. Pues no sé. Ese 14 de julio, ¿qué habrá pasado en la casa de la primera mujer que salió a protestar?, ¿sus hijos no comieron ese día?, ¿su esposo llegó borracho?, ¿sólo se harto del yugo y por eso salió del hogar a cambiar el mundo?, ¿y qué sucedía en la casa de todas las demás? No lo sé. Pero esa suerte de hechos indeterminados las llenó de valor para protestar y tomar en sus manos, con arrebato y furia, la Bastilla. Todo sí por una serie de hechos analizables pero también por un conjunto de indeterminaciones, casualidades. –


Todo me temblaba, como si todas las células que me componen estuvieran organizando una emboscada, una revuelta o un golpe revolucionario contra mí y mi indeterminación de besar, aunque fuese, su mejilla. Y mis palabras me parecían simple divagación, como si no supiera de qué hablaba. Las frases se me escapaban de los labios como pescados y veía como se quedaban atoradas en la red de su pelo negro, qué importaba.


- ¿Y crees que hayan tenido valor por una suerte de certeza? - Me preguntó mientras me miraba a los ojos, yo sólo sentía la boca seca como si necesitara un gran trago de agua, de cerveza o de su saliva.


- ¡Yo creo que la certeza es la más grande de las confusiones! Se puede confiar mucho en el triunfo, en la victoria más que asegurada. No dudo que no tuvieran alguna duda jajaja, pero la compañía de todas era suficiente para tomar todo el valor necesario. Pero tampoco es innegable que tuvieran un nudo en el estómago por dentro cada una, como yo ahora… porque una serie de cuestiones indeterminadas que no entiendo todavía nos tienen aquí ahora, estoy agradecido con cada una de ellas. Y, aunque siento que queremos lo mismo, tengo mucho miedo de besarte…- Aunque al terminar de confesarme, como delante de Dios o de un Santo, le bese la oreja. Como un secreto que se cuenta en un susurro, como un suspiro, como sólo se puede dar un primer beso.


Desde los parlantes del karaoke una voz insistió no sé cuántas veces por favor, quién haya pedido “Busca por dentro” pase ya al escenario, sino hemos de dar el micrófono a otra persona. Pero era imposible que me fuera a cantar, si ya estaba musitándole unos besos en sus labios…

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