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Sandra Hernández

Memoria y partida

Actualizado: 19 jun 2023

Recuerdo que la otra noche, mientras tomaba clase de historia, hacía algunas notas e intentaba analizar el tema, y en un momento de la explicación de los pensamientos de un filósofo importante, el profesor dijo una frase que llamó por completo mi atención: "Aprender es recordar, porque el alma ya lo sabe todo". Sé bien que no tiene nada que ver el contexto en que lo dijo con el nuevo sentido que le estoy otorgando, pero tengo que admitir que todo el ruido se extinguió por un momento y sólo estaba tu cara presente.


Por un instante me transporté a esa primera tarde en que cruzamos palabra y supe que la frase de mi profesor, ahora sacada del contexto original, tenía muchísimo sentido; mi alma ya sabía que la quebrarías el día que cruzaras esa puerta por última vez, pero aún así, sabiendo el riesgo que corría, comencé a buscar nuestra cercanía mientras aprendía tus palabras y entonaciones, y hoy, muchos días después, recuerdo con rabia tu sabor y cada una de tus frases.


Y el problema no termina ahí, porque debo admitir que te he confundido entre la gente muchas veces; al caminar por la calle he visto personas similares a ti y les he observado desesperadamente creyendo que eres tú. Porque sí, he de admitir que tu recuerdo me tiene enferma y hoy más que nunca desearía haber muerto aquella tarde; desearía haber muerto ahogada en tus besos o asfixiada con tu esencia.


Pero entre tanta pena que me embarga desde hace un tiempo, empiezo a pensar, entre cada una de mis ideas borrosas, que no sé con exactitud cuál será mi última noche. Entonces, si esta lluvia fuera la última que pueda ver, voy a salir, la voy a sentir, y en cada gota un secreto guardaré, por si llega la intriga a tu vida y quisieras descubrir lo que pensaba de ti.


Cariño, aquí estoy una vez más dedicándote un texto que quizá jamás leerás, pero que me hace sentir libre de guardar el secreto del pecado que es desearte. Y sé que parece sumamente extraño que hable de desearte, puesto que nunca he tenido el valor de actuar según mis impulsos y pensamientos me lo dicen, pero si pudieras escuchar todo lo que mis sentidos gritan, no cuestionarías la presencia de la palabra "pecado" en este mensaje al aire.


Y para cerrar, pensando que tal vez podría morir esta noche, me voy amándote como a nadie; si esta será la última nota que pueda dedicarte, quiero agregarle que termino mi ciclo con un profundo deseo de tomar tu mano una última vez. Si esta será la última luna que vea, quiero que sea la elegida para confesar la inmensa falta que me haces a pesar de que me he cansado de reiterar la libertad de mi alma y la negación a las ataduras. Si el punto final significará mi partida definitiva, te dejaré aquí plasmado un recado para el recuerdo y diré que tu piel ha sido la mejor carretera que pude recorrer a lo largo de todo el camino que tuve en este terreno material.

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