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Jos Carpio

Lo que nunca fuimos

Resulta que también somos lo que nunca fuimos.


El vacío entre las promesas que soltamos en nuestros momentos de éxtasis. Cuando la lluvia era más un baile que una tormenta, y las diferencias que entonces veíamos, se asemejaban más al motor que luego empezó a fallar. Ahora cierras las persianas para escapar de toda la vida que circula en las calles de esta ciudad que siempre criticamos. Seremos dos viejos extraños que posaron juntos en alguna foto hace mucho tiempo atrás. Con canciones que se saben de memoria y uno que otro relato muy parecido a la realidad.


¿Qué nos queda por decir en este desgastado diario? De extensos párrafos sobre nuestras mascotas que pagan también el precio de extrañar a lo que ya le habían tomado cariño. Te juro que lo intento hacer más simple, pero ya ves cómo me enredo siempre entre frases que pretenden sonar elegantes y solo terminan siendo presuntuosas.


Más de lo mismo.


De los malos poetas que abarcan las cafeterías para recitar sus poemas insulsos, de cursilerías baratas y metáforas ridículas, pero que tienen tanto sentido cuando una está enamorada. Me doy cuenta ahora de que no hay quien escriba mal. Y que un "te echo de menos" suena mucho mejor que cualquier frase forzada que se me pueda ocurrir en un

segundo escuchando la canción correcta. Pero ¿qué sé yo de escribir? ¿qué sé yo de lo que se es? ¿y qué sé yo de estar enamorada? Ahora abro las persianas para escapar de toda la vida que se piensa de más en los rincones de esta cabeza que siempre critico.


Estoy intentando vivir sin encontrarle un sentido a todo lo que hago.


Y se me pasa enero, febrero, agosto, septiembre, los recuerdos de toda una vida hasta que es de nuevo diciembre. Los adornos de Navidad colgados en la pared, las luces, el árbol, los regalos que intercambiamos cuando éramos dos viejos extraños que posaron juntos en alguna foto hace mucho tiempo atrás. Que cantaron canciones que se saben de memoria y escribieron una lista de cosas por hacer que nunca se hizo realidad.


¿Qué más nos queda por decir en este desgastado diario? Si ya lo dijimos todo ̶y̶ ̶a̶u̶n̶ ̶a̶s̶í̶ ̶e̶s̶t̶á̶ ̶v̶a̶c̶í̶o̶.


El mismo cuento que empieza siempre tal cual, tan cliché: érase una vez una alumna y un profesor. Y que termina en múltiples adioses, cada uno peor que el anterior.

Te lo vuelvo a preguntar, ¿qué sé yo de escribir sobre mi realidad? Porque te repito: resulta que también somos lo que nunca fuimos. Y lo que nunca he sido está escrito en todo este compilado de ideas que salieron un sábado a las 10:30 de la mañana...en 29 minutos de pensamientos como si fueran unos felices 29 años de intentos.


Qué iluso el hombre que piense que escribí sobre él.


Los personajes de mis historias, de mis guiones, de mis novelas. Las protagonistas de las vidas que nunca viví pero que sí me tocó llorar. Todas ellas adueñándose del párrafo que les corresponde para luego poderse preguntar: ¿qué sé yo de extrañar? Si resulta que también somos lo que nunca fuimos.

Entonces solo me queda decirles, que para no hacerla más larga, lo único que podemos hacer es volver a empezar.


Y empezamos.


Resulta que vuelvo a ser todo lo que siempre he sido.


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