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Hombre arranca árbol de un tajo

16 de febrero.

Testigos afirman que el susodicho, Manuel N., también es el culpable del fallecimiento de Sergio A. La noche del lunes, los vecinos de la colonia Nápoles reportaron ante las autoridades los sucesos.

Alrededor de las 20.00 horas del lunes, agentes de la policía municipal arribaron al lugar de los hechos, deteniendo al presunto culpable, Manuel N., por homicidio y alteración del orden público. Los uniformados, en su informe, describen que a media calle se encontraba atravesado un árbol íntegro, desde la copa hasta la raíz, afectando algunos vehículos de los vecinos de la zona. Asimismo, detallan que, a unos metros del árbol, se encontraba el cuerpo despedazado de Sergio A. y al presunto culpable inconsciente en medio de ambas partes del finado, cubierto totalmente de sangre.

La madre de Juan P., de once años, asegura que éste identificó, previamente a los hechos, a Manuel N. tirado boca abajo al inicio de la calle, pero que, según el testigo, rápidamente se levantó y empezó a dar fuertes alaridos de dolor. Antes de que Juan P. fuera en busca de su madre, vio cómo el acusado se daba golpes en la cabeza y luego embistió el árbol que posteriormente fuera arrancado.

El alboroto atrajo a los vecinos a la escena, donde luego fueron todos testigos del suceso más increíble y grotesco de sus vidas. Según los informantes, uno de los vecinos, Sergio A., se acercó a Manuel N. para ayudarlo, pues se le veía muy afectado; no obstante, él no había podido ver cómo había sido arrancado el árbol, únicamente suponía que algo malo le había sucedido a Manuel, a quien frecuentaba como amistad en el club de fútbol los sábados. Tan pronto como Sergio quiso apoyar su mano sobre la espalda de Manuel, este se sacudió violentamente y lo tomó a su vez del hombro; en un solo movimiento alzó a Sergio con una mano y luego sujetó una de sus piernas con la otra. Las declaraciones de todos los testigos coinciden en que Manuel tiró de ambos extremos el cuerpo de Sergio hasta desgarrarlo sobre él, quedando bañado en su sangre y colgándole las vísceras del cuello y hombros. Acto seguido Manuel quedó desmayado, tal como luego lo encontraran los agentes de policía al arribar a la escena.

24 de febrero

Luego de una semana de los eventos reportados el pasado 16 de febrero, día en que éste diario dio a conocer el insólito caso de Manuel N., quien, con una fuerza sobrenatural inexplicable, sacó un sólido árbol del suelo con sus propias manos y partió a un hombre a la mitad sólo con el uso de su fuerza, se ha dado a conocer que el culpable fue encontrado muerto en su celda la madrugada del día de hoy. Se aduce que la causa de la muerte fue por suicidio. En la celda donde fue encontrado el finado, se hallaba un pequeño trozo de concreto ligeramente puntiagudo manchado de sangre. Manuel N. murió desangrado debido a un corte profundo en su muñeca izquierda. En su cama se encontró una nota, aunque esta no contenía ningún indicio sobre su muerte o fecha de su elaboración. Dicha nota menciona a una tercera persona cuyo nombre es Angélica; el diario reproduce la nota con la intención avanzar en el caso si es que se llegara a identificar a la aludida.

“¿En dónde estás, Angelica?, ¿en dónde te has metido? He de decírtelo, he desatado un caos, aunque era algo imposible de prever. Ahora tengo a un montoncito de locos insufribles encima: un tal Ludovico Ariosto, a Lope de Vega y también a otro llamado Barahona de Soto. Me hablan, primero, de un tal Orlando, y luego, de Angélica, pero de otra Angélica, no tú, sino de una del siglo XVI. Incluso el mismo Orlando llega a hablarme…

“Antes que nada, déjame explicarte por qué pienso que todo ha sido culpa mía. Fue un día, uno de tantos, en que vagaba sin rumbo, deprimido y desesperado a causa de tu repentina desaparición. En un instante, tan desolado como sólo yo podía estar, vi en el cielo nocturno una venita blanca que apareció y desapareció en menos de un segundo, como si le hubieran hecho una cortadita a la noche: un cometa cruzó el negro espacio, a no sé cuántos miles de kilómetros de donde me encontraba justamente parado.

“¡Ay, ternura, por favor, perdóname! ¡No sabía lo que hacía! ¡Pedí un deseo, uno egoísta y estúpido!: le pedí al cielo, con las lágrimas a punto de brotar de mis patéticos ojos, que volvieras, simplemente que volvieras. ¡Necio de mí! No sabía que aquello no era el equivalente a un truño cósmico e intergaláctico atravesando a toda velocidad el vacío inmenso. ¡Cómo quisiera que mi suerte hubiera sido tal! ¡Ojalá el universo hubiera cumplido su papel tan acostumbrado!: se debió haber olvidado de este hijo suyo, se debió haber reído de mi fútil existencia y mis vanos designios, ¡debió fulminarme en acto de misericordia y lección de humildad! ¡No, no fue así! ¡Carajo!

“Si la que viajaba por negocio o por placer por la bóveda celeste era en realidad la arcana hada Logistilla, o la insigne maga Melissa, es algo que jamás podré saber. ¡Peor aún! Me temo que ni una de ellas tuvo aquella fatal noche asunto alguno que la obligara a aparecerse brevemente ante mis ojos caninos y la bravura de los mares. Más bien, le confesé mi fatuo deseo a una de las hermanas de Logistilla: a la insidiosa Alcina, o quizás a la pérfida Morgana. ¡Son suyas las huellas que están por todos lados en este horrible desastre!

“Y es que has vuelto ¡Por dios que has vuelto!, pero no debió haber sido así. No, no así. ¿Para qué volver, si tuviste que regresar con esa criatura mil veces más horrenda que aquel monstruo de las profundidades marinas? Alimaña asquerosa que por poco devora a la antigua Angélica, de no haber sido por la lanza oportuna de Ruggiero montado en el hipogrifo alado. ¡Mejor hubiera sido que jamás volvieras!

“¿Quién podría decir virtuosamente que el ser humano siempre se inclina, perversamente, hacia el sufrimiento y el dolor? Nadie, salvo los mártires y los esclavos, se conduce de esa manera. ¡Sólo yo tengo la culpa y cargo toda esa pena! Que, por un anhelo, una pasión tan ridícula, se me castigue, es más que justo; pero no habías de salir tú perjudicada. Yo soy el responsable de que una fuerza sobrenatural doblegara tu sagrada voluntad, haciéndola esclava por vez primera; y yo también seré el responsable de que llegaras a ser lastimada por la mano de ese repulsivo ser, que te hace esclava por segunda vez. Tan sólo imaginar tu dulce voz convertida en gritos de dolor y tus hermosos ojos anegados en llanto, me vuelve inmediatamente víctima de una profunda tristeza, una ira incontrolable y una desesperación interminable.

“He dicho que unas almas atormentadas se amontonaban en la mía. Sobre todas, destaca la de Orlando. Angélica, querida, Orlando está furioso. Usurpa mi corazón como si yo fuera un simple recipiente o un anfitrión para sus parasitarios propósitos, se adueña de mi memoria y de mi voluntad: me usa para su furia. Los otros me inyectan sus fábulas, sus cantos, sus poemas y sus leyendas. Lope alimenta inopinadamente mi pasión recitándome su Hermosura de Angélica, Barahona tortura cruelmente mi conciencia con Las lágrimas de Angélica, y Ludovico me vaticina todos los peligros y fantasías que se han desatado en este, de por sí, mundo cruel y sin sentido. Cada uno -devotos de la Angélica absoluta, la que no tiene espacio ni tiempo- hace añicos mi lucidez mientras contaminan cada célula de mi cuerpo con su presencia invasora.

“Desde entonces me encuentro en un constante sopor. A veces confundo el sueño con la vigilia, no sé qué pasa, ni si lo que veo es real o imaginado; o si lo que atraviesa mi mente es realmente producto de mi alma, que empaqueta mis experiencias, mis sensaciones, mi carne y mi consciencia. Los días y las noches ya no tienen coherencia exacta entre sí, en ocasiones sufro una increíble mezcla de confusión y miedo. Imágenes e historias antes desconocidas para mí ahora pueblan mi mente, siempre hablando de Angélica, siempre empezando de la misma manera: este poema es la continuación de otro poema, el cuál continúa de un ciclo de innumerables poemas…”

15 de abril

Tras un mes de los sucesos en la colonia Nápoles, una nota llegó a las oficinas de este diario para avanzar hacia el desenlace definitivo del crimen cometido por Manuel N.

La nota provenía de la mujer mencionada en el último mensaje de Manuel: Angélica. En ella proporcionaba información sobre la relación que tuvo con él. Un par de reporteros, incluido el que escribe este artículo, localizaron el domicilio de Angélica para entrevistarla. Al llegar al hogar de la oportuna informante, fuimos recibidos por ella. No tardamos en notar algunos moretones en su rostro y algunas llagas en sus manos, mostrando claros signos de ser víctima de violencia. Una voz en el interior del hogar empezó a amenazar a la mujer para regresar de inmediato al interior de la casa. Ella nos despidió con una triste mirada. Basándonos en las admoniciones delirantes de Manuel, los reporteros decidieron alertar a las autoridades para denunciar a la pareja de ser la responsable de las heridas que ella había recibido.

Al cabo de una hora nos presentamos acompañados de oficiales para entrevistar a Angélica y saber si su pareja era el verdadero responsable de los golpes en su cuerpo. Perpleja y con cara de espanto, se quiso refugiar inmediatamente en las cuatro paredes de su casa. Ella nos hubiera abandonado en el umbral sin ninguna respuesta, mas, en ese mismo momento, fue retirada del marco de la puerta por una mano en el interior que la jaló bruscamente del brazo reclamándole: “te dije que ya no abrieras la pinche puerta, ¿tas’ pendeja o qué?”. Al oír esas palabras los oficiales le ordenaron al hombre que saliera de su domicilio y luego hicieron algunas preguntas para la mujer.

Ella trabajaba como mesera en un restaurante a dos cuadras de su hogar, pero tuvo que ausentarse unas semanas en lo que se recuperaba de algunas de sus heridas, que en ese momento no quiso decir cómo habían sido causadas. Finalmente, los oficiales le preguntaron si había sido el hombre con el que vivía el que le había provocado las lesiones que tenía actualmente. La agraviada tardó mucho en contestar mientras pasaba rápida e indecisamente la mirada de su pareja a los policías y a nosotros. Cuando parecía que había cobrado valor para decir algo, rompió en llanto y únicamente meció su cabeza de arriba abajo cubriéndose la cara. El individuo fue apresado.

Tiempo después Angélica nos dio algunos datos sobre Manuel.

“Nos conocimos en el restaurante donde atendía de mesera. Pasó bastante tiempo sin que pasara nada desde que empezó a frecuentar el lugar. Un día, de repente, me invitó a salir; apenas habíamos cruzado unas cuantas miradas e intercambiado algunas palabras. Lo rechacé, ya que estaba en la relación con mi novio y vivíamos juntos. Sin embargo, él continuó viniendo. Luego sucedió una de las agresiones más fuertes que recibí de mi novio y tuve que ausentarme del trabajo. Tuve tanto miedo que hasta me fui de la casa unos días y me quedé en casa de una hermana mía. Cuando regresé me dijeron que Manuel había preguntado por mí. No obstante, desde entonces no lo volví a ver. Estaba enamorado de mí, sí, y no creí que tan apasionadamente… ¡Ay, qué necesidad hay de tanta pena, Dios mío!”

20 de abril

En los últimos días se han notado algunos cambios en la luna, sí, en la luna que alumbra las noches de la ciudad. Se ha notado que brilla con mucha más intensidad que antes. Se ve significativamente más grande, inclusive.

Un inusual, aunque reducido, grupo de científicos y artistas alrededor del mundo, incluyendo algunos locales, han volteado a ver el fenómeno sucedido hace más de un mes en la colonia Nápoles, donde estuvo involucrado Manuel N., como la causa principal de los cambios observados en la noche en todo el mundo.

El grupo de investigadores sugiere que no se puede rechazar la hipótesis que se deriva del mensaje que dejara Manuel antes de morir: la intervención de fuerzas intrusas y desconocidas hasta el momento en el planeta.

Los maestros de literatura mezclan ahora sus conocimientos con la física y la astronomía, que antes les eran completamente ajenas, y los hombres de ciencia se adentran en la literatura del siglo XV con increíble erudición. Se ha empezado a hablar de una nueva disciplina que mezcle rigurosamente la ciencia con las artes, convirtiendo la alquimia, entre otras prácticas abandonadas hace tiempo, en verdaderas ciencias.

En pocos días, se dará inicio a un estudio realizado por científicos reconocidos para buscar en la luna indicios de lo que en el antiguo relato de Orlando furioso se señala como la cura de la furia del personaje principal: recuperar el juicio de Orlando, ya que se encontraba atrapado en el satélite de la tierra.

En tanto a los sucesos cotidianos, no ha sido solamente la luna la que ha cambiado, sino todo lo que ella traía. Las noches se han vuelto más seguras, es decir, los índices de criminalidad durante la noche han descendido; la serenidad general ha arrastrado sus efectos hasta el tiempo diurno, pero no de la manera que se esperaría: la gente empieza a buscar desahogarse de la paz nocturna durante el día. Las masas desesperadas han buscado refugio bajo el sol. Las obscenidades, los crímenes, los suicidios, los vicios, la infamia, ahora todo se reproduce y se degenera como los gérmenes con la ayuda del calor de la mañana y el mediodía. Algunos negocios han empezado a abrir sus puertas solamente de noche. Las escuelas están en medio de discusiones sobre si pasar los horarios de clases a las primeras horas del anochecer hasta la madrugada, poco antes de que se asome el sol.

Una nueva preocupación atañe a los artistas, filósofos y metafísicos: se preguntan cómo afectarán estos cambios en las fuerzas de la noche y de la oscuridad y de la luz y del día. Algunos teólogos señalan la relevancia que este fenómeno tiene en el conocimiento de Dios y el Bien y el Mal.

Este y otros artículos se publicarán por primera vez en una nueva edición nocturna para la comodidad de los lectores.

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