El sentimiento de vacío disminuía poco a poco conforme transcurría el tiempo. Esa calle era muy transitada, sin embargo, las casas lucían muy apacibles en su interior como si los grandes árboles de la acera las aislaban. Llamó mi atención aquella fachada antigua y su pequeño pórtico desolado.
Caminé hacia la entrada, cruzando su jardín.
— ¿Qué estoy haciendo aquí?—pensó aún desconcertado mientras avanzaba tranquilamente.
A unos seis metros de la puerta principal algo golpeó suavemente mi talón izquierdo, giré abruptamente y en ese instante todo se detuvo… todo comenzó a avanzar tan lento que pude ser consciente de lo que estaba pasando.
—De modo que ahora será así —susurró a sus adentros al ver ese rostro tan dulce y expresivo al preguntar por su pelota.
—¿Me lanzas mi pelota? —preguntó asertivamente.
—Si claro, aguarda —respondió al asentir con la cabeza e inclinándose para tomar su juguete. Aunque fue al lanzarlo que notó sus disminuidas fuerzas.
—Es increíble su parecido —Pensó al ver las facciones de su rostro.
—Gracias, pero ¿por qué estás en mi casa? ¿eres amigo de mi mamá? —preguntó mientras se acercaba para alcanzar su pelota.
No era sencillo para mí el comprenderlo y mucho menos me sentía con la capacidad para explicarlo aún niño de 5 o 6 años, no sé.
—¿Qué edad tienes? —preguntó titubeante.
—Ayer cumplí 5 años, mis amigos vinieron a mi fiesta y me regalaron esta pelota. —Afirmó con tal seguridad que semejaba a un pequeño hombrecito.
—¡Santi, Santi! —sonaba el llamado de una mujer a lo lejos, en búsqueda del chico.
En ese momento el intruso, no sabía qué hacer, pues no podía solamente verla y explicar algo que ni él mismo entendía.
—Creo que te llaman amiguito, deberías ir enseguida y no hablar con extraños —le dijo con prisa y un tono de inseguridad difícil de ocultar.
El pánico se apoderó de él, dio la media vuelta y se marchó. Comenzó a caminar rápidamente y sin mirar atrás.
—Por qué esto será más difícil de lo que pensé? —pensaba al caminar de prisa, y al tiempo de algunas cuadras comenzó a llorar en silencio.
—No me siento listo para conocer a mi hijo y el parecido con su madre es aterrador —sollozaba tratando de mantener el paso.
—Además ella no me reconocería, evidentemente y no podría lanzarme a sus brazos —en ese instante detuvo la marcha, se apretó sus puños y al abrirlos miró detenidamente sus manos, fue entonces que afirmó:
—¡Soy viejo, si, es eso! —con firmeza comentó ya ha algunas calles de aquel sitio.
—Es así como puedo acercarme a ellos – pensó mientras secaba las lágrimas de su rostro con un pañuelo viejo que encontró en su pantalón.
—Debo volver y advertirle, mi reloj está intacto y aún hay luz de día —exclamó con firmeza mientras sujetaba un antiguo y reloj de bolsillo.
Los guiones en los diálogos son largos, para ponerlos se usa la combinación: Alt+0151. También, al usar los guiones, no se le deja espacio, así como lo puse es como se coloca.
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