top of page

Background break

Left out

An ocean on top


Cuando abrí los ojos vi ese oleaje inmenso de concreto y los rayos del sol de las siete de la mañana. No sentía las manos, pero las sostenía fuertes, me había dicho que si no lo hacía, en cualquier tope caería y me mataría. Las apretaba fuerte, las sentía heladas, todo el cuerpo estaba helado. Mis pies estaban tan cerca del concreto, íbamos rápido, siempre rápido, un accidente a esa velocidad y a esa distancia del suelo hubiese sido el final, si no moría por la caída, seguro un auto se encargaría de mí. Lo pensaba muy seguido; la facilidad de mi destrucción, pero no tenía miedo, no sentía nada. No era más que peso muerto sobre dos ruedas y un reflejo breve en los edificios junto al periférico.


Weave songs of loving, late dream songs of dying


- Te estuve esperando todo el día. No llegaste.

- No vine a esta ciudad para encontrarme contigo.

- Yo vine a buscarte.

- Llegas tarde.


If anyone will come

Rescue

What’s left of me

Dile a mamá que vendrás. Vas a estar aquí conmigo. Ya no llores o sabrá que te pasó algo.


Abre los ojos para verlo

Crees que estás lejos, pero sigues igual

En los semáforos rojos observaba a mi alrededor y ninguna de esas inmensas avenidas se parecía a las calles de donde yo venía. A las 6:30 llovía y yo empezaba a extrañarlo todo. Eso pasa con las vidas prestadas, la ventana mojada del Metrobús, los cristales cerrados de los autos, gente que sale de su trabajo con el camino hacia sus hogares en la memoria y un paraguas en la mano. Todo te recuerda que no perteneces ahí, ni a ellos. No sé el camino, no reconozco esa estación de Metrobús, tampoco recuerdo esa lluvia de otra tarde lluviosa. Uno de esos días me dijiste que vendrías, ¿qué tan lejos es estar lejos?



Let it take you days

And for days now

I’ll wait around


Ese domingo nos quedamos en el apartamento, era minúsculo, pero nunca sentí que hiciera falta más espacio, supongo que es el efecto de la ciudad, afuera todo es enorme; en un cruce peatonal céntrico caben cien personas y ninguna de ellas te verá llorar. Estar en ese apartamento daba una sensación similar a la que deben sentir los gatos cuando se meten a cajas del tamaño justo de su cuerpo. Me preparó pescado empapelado, siempre admiré su habilidad para sobrevivir en la cocina, me hacía sopa caliente cuando llegábamos empapados por el aguacero, era sopa instantánea, de dinosaurios. Siempre había unas latas de cerveza Carta Blanca en el refrigerador, Better Call Saul en el televisor y nosotros en el sillón. No nos hacíamos compañía; mamá nos había enseñado, desde niños, a ser compañeros.


Stressed by the distance of shoes and the bridges

too far to be named


- No estaré aquí en el verano.

- ¿Cuándo volverás?

- En agosto.

- Eso es mucho tiempo. ¿Puedo ir a visitarte?

- No creo.

- Yo vivo muy cerca.

- Se hace tarde, tengo clases. Adiós.


Y ya sé que no vas a regresar

Pero, nadie se tiene que enterar

De lo que pasa cuando faltas


Me quité el casco, me bajé, lo abracé, ¿era real? ¿Qué estaba haciendo ahí, a esa hora, en esa ciudad?

Fuimos a una cantina a cenar, pedí molletes y dos vasos de ron, nos besamos. ¿Qué hacíamos un viernes a mitad de la noche en una cantina besándonos?

Entramos al hotel en que se hospedaba, la habitación tenía dos camas, me pareció un gesto tierno, dos camas, ambos sabíamos que bastaba una.

- Tengo mucho frío.

- Traje algo para ti.

- Ahora es mi sudadera favorita.

- La compré en Francia, es especial, es para ti.

A la mañana siguiente yo volví al trabajo, cruda y sucia. A las 3 de la tarde lo alcancé en Zócalo, pasé por un puesto del metro y compré una barra de chocolate y un cepillo de dientes. Mi mochila pesaba bastante. Casi salía del metro, podía ver la luz de la tarde, probablemente llovería, él estaba ahí, esperándome.

- ¿Qué hiciste toda la mañana?

- Compré libros… para mi tesis.

- ¿Qué haremos esta noche?

- Lo que quieras. Podemos hacerlo todo.


and we’ll light

ourselves on fire


Pasábamos viendo al resto de motociclistas tirados en una banqueta, pero no nos detuvimos. La lluvia tenía una pesadez insólita, nos atravesó los impermeables, sentía agua en mi ropa interior, un pez pudo haber vivido ahí, pensé. El libro de mi bolsa seguro ya estaría arruinado, era una lástima, Luis Arturo Ramos tiene su encanto. La ciudad sonaba como suena el mar estrellándose contra el mundo. Pasamos por debajo de un puente y pude escuchar su voz.

- Ya no me necesitas.

- Eras alguien a quien yo solía conocer.

Ambos gritamos: Ahora tienes tu propio show, como un rey vengador. ¡Convénceme!

Antes de salir de ese puente, escuchamos nuestras risas y gritos: fueron el único sonido de la ciudad, solo por un cinético segundo.


Los días se pasan muy lento

Las noches son nuestra especialidad


Si podíamos serlo todo, me gustaba pensar que éramos un matrimonio joven, él diseñador gráfico y yo una fotógrafa. Cualquier cosa. El sábado fuimos a todos los museos cercanos, caminamos de la mano, fue la primera vez, en esta ciudad nadie nos vigilaba, no éramos nadie, por eso podíamos serlo todo. Pocas veces antes de ese día hubo tantos besos. Estábamos todavía crudos y todavía felices, satisfechos con nuestra existencia, con nuestra suerte de haber coincidido en la vida. Luego en la cima de la Torre Latinoamericana supimos que no habría vuelta atrás, él volvería, yo lo haría semanas después, y eventualmente ambos nos encontraríamos en la otra ciudad, la nuestra, y nadie sabría lo que pasó. Ya no seríamos un matrimonio joven ni ninguna invención mía. Lo sabíamos, pero ninguno podía imaginar quiénes seríamos después. Muy arriba y de frente a la nada, así estábamos y solo eso éramos.



Blue tie

And orange won’t let go

Let me be


- No vayas tras los mismos errores.

- No lo haré.

Cerré el portón de madera por última vez, subí al auto, pasé por ese motel que estaba en la esquina de la calle, cada mañana volteaba a ver cuántos autos había dentro, ese día había dos. Era de noche, pensaba en el día anterior, en mi amigo C, en su departamento y en la amabilidad de su mamá. Mi hermano conducía y ella observaba la ventana, igual que yo.

En la terminal me despedí de ella y le di las gracias por traerme en su auto, luego lo abracé a él y tuve ganas de llorar, pero no sucedió.

Al día siguiente, cuando abrí los ojos, ya no vi ningún oleaje de concreto ni edificio alguno, ya no iba a velocidad ni pensaba en mi muerte. Era solo peso muerto, en reposo.



We were the animals breathing life into June just to

see faith


- No cuelgues. Aunque vuelvas no te veré. ¿Verdad?

- ¿Recuerdas Nágano?

- Sí. Te mentí. Por eso no volverás.



No, no puede ser, ¿qué vas a hacer?

Te quiero volver a conocer.


Sacamos las cosas del cuarto, su mochila y todos nuestros libros nuevos, caminamos hacia la estación Pino Suárez, estaba atardeciendo, cuando bajamos estaba extrañamente vacío, como si la estación hubiese sido construida para ese domingo de despedida. Él iba hacia San Lázaro y yo hacia Balderas, atravesó, y ahora las vías nos separaban, transcurrió el minuto más largo de mi existencia antes de que llegara el metro. Nos vimos uno al otro, paralelos, en una realidad que parecía distorsionarse en dos y luego en un millón, sin saber dónde nos hallábamos exactamente ni hacia dónde iría cada uno después de eso.

De él me queda ese recuerdo. No nos volvimos a encontrar siendo aquellos, ese fue el fin de una época en nuestra vida. Porque no hay inicios sin finales, cuando nos supimos reencontrar, ya éramos otros, ya sabíamos a dónde ir.

11 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

El ala rota

bottom of page