Cuando pienso en mi madre
pienso en las yerbas de asfalto
los brotes que rompen el pavimento
flores silvestres y endémicas de la selva gris
cuando pienso en mi mamá
pienso en una figura rugosa de cacao
pienso en una niña flaca con sonrisa gorda
siento su piel y emite una fragancia sabor café caliente
pienso en esa mujer, envuelta en hoja de plátano y cerquita del fogón
sus codos como semilla de durazno maduro
su voz, como sol que se esconde entre los cerros, montes que nos despidieron aquella tarde cuando decidimos salir con la frente en alto y las manos vacías
cuando nos dimos cuenta que ningún padre, esposo, padrastro, abusador, arrendador o acosador nos iba a quitar la fuerza que nos heredó la abuela, y la madre de ella, y de ella, y de ella, y la que parió en solitario cerca del árbol de mango extinto
cuando pienso en la muerte de mi madre
pienso en el sazón que se va a olvidar
en el mole, caldo, frijoles y garnachas que no aprendí a sazonar
me pienso como niña gorda con sonrisa flaca
escribo de mi madre, del café y del cacao
porque en mi frente traigo una hoja de aguacate que me guía con amargura y resiliencia
me cocino un platillo poético y meto las manos para aprovechar toda la pulpa frutal, para sanar aquí, compartiendo el pan.
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