Ayer lo intenté

Ayer lo intenté.

Intenté arrancar las raíces que crecen y crecen y crecen dentro de mí. Aquellas que solo absorben ideas banales que me sumergen.

Ayer lo intenté.

Intenté arreglar cada parte de mí, que extrañamente, fracturaba otra. Cada parte mía se desprendía en partículas que resonaban en mi memoria. En aquella memoria que hacía una pausa noctambular.

Ayer lo intenté.

Pero llegaste tú. Con aquellos ojos que me encantan, aquellos ojos que me recuerdan a una lluvia de septiembre. Me recuerdan aquella gota que jugaba a deslizarse por mi ventana.

Ayer lo intente.

Pero me encontraste. Ocultando mi dolor tras desgarros en mi piel. Me encontraste con mensajes en las manos. Con gritos ocultos en sangre. Me encontraste, aunque debí haberlo hecho yo. Buscarme.

Ayer lo intenté.

Lo intenté ayer. Sin embargo, me abrazaste dejando susurros serenos. Susurros que fueron callados por unos brazos que se extendían alrededor de mi cuerpo diciendo te amo.

Ayer lo intenté.

Intenté matarme. Pero decidiste amarme. Decidiste quedarte a escuchar este llanto interno que resuena y resuena y resuena en constantes eternos. Decidiste abrigar cada abertura que dejaron mis miedos. Miedos que me fueron hundiendo.

Ayer lo intenté, pero no me dejaste. Te acercaste desprendiendo cada parte de mi coraza. Aquella que alguna vez tú sumaste, sin embargo, ahora me desarmaste enseñándome que la vulnerabilidad es una fuerza que se puede sostener. Ayer que lo intenté, me amaste y ya no me soltaste.