Audre era un ave inalcanzable
que volaba cerca del sol,
hasta el mismo cáncer la retó,
necia, aferrada y terca por la liberación,
mujer activista de incansable lucha,
de piel negra y coraje ardiente,
sembradora de justicia
le hacía frente a la ley que la culpaba
por ser lesbiana afroamericana,
profesora y novelista de palabras retadoras,
bibliotecaria y escritora de su propia historia,
prendía el fuego con sus palabras pronunciadas,
nunca la venció la opresión,
siempre alzó la voz,
en su mirada se veía la verdad,
sus labios carnosos gritaban libertad,
las palabras sostenían todo tu miedo y dolor,
con ceño fruncido te opusiste al racismo
y nunca te arrodillaron a pedir perdón,
mujer chingona, valiente e inteligente;
poeta, madre, vencedora y transgresora,
mujer fatal de llama devoradora,
de corazón fogoso, librepensadora,
mujer inquietante por cuestionarse,
enseñaste a tu pueblo a desencadenarse,
en la sangre llevabas tu grandeza
alzabas pañuelos púrpuras sin tibiezas,
mujer grande, rebelde y admirable.
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