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Algunos poemas descuidados y uno dedicado a los trabajadores

Costo y beneficio de la nada.

Reflexión sobre los motivos de ser escritor

y sus sinsabores.


El deseo de escribir no fue del todo

Una decisión libre,

Más bien, es una necesidad.

No me parece que de chico

Se me dieran bien las letras,

Porque, ¡justo!, les rehuía.


Pero al intento del querer expresarme

Con algo de arte,

Sorpresa, ¡Maldita sorpresa!

El costo del hacer arte es tan caro

Como costoso es el arte de crearlo.


¿Cuánto no valen unas acuarelas

y el papel de quién sabe qué gramaje?

¿Cuánto los talleres de experimentar con oleo?

¿Cuántos ojos de la cara el aprender modelado?

Ya ni hablemos de escultura.


¡Cuánto me di de topes contra la pared!


Primero, por no tener dinero.

Segundo, por tener que refugiarme

En aquel lugar del que tanto huía.

Esconderme de las letras

Tanto tiempo

Y, ahora, sólo con ellas podía hacerme,

Sino en lo real Por lo menos, a la idea de ser artista.


¡Cualquiera que sepa de ellas puede escribir

pero no quien sea escribe algo interesante!


Y ahí estaba yo,

Dándome de topes,

Tratando de dominar

Un arte del que me negué.

Sin saber tildar,

Sin saber poner una coma

Y sin saber diferenciar

Entre un asimismo,

y a sí mismo.


Pero entendiendo, y con ganas,

que si no podía pintarme de colores

debía hacerme de palabras.


Y que nada cuesta escribir

más que lo primario:

papel

y

tinta,

o ni siquiera papel

o tan siquiera tinta.

¡Sino cualquier soporte donde dejar por escrito

lo pensado!


¡Oh, lo pensado!

Ahí mero es donde subyace

El mayor costo de todo arte.


¿Qué de todo lo pensado

vale lo suficiente

para dejarlo plasmado?



De tanto pensarlo,

Como un cincel a la piedra,

Las palabras perforan mi cabeza

y, como a la piedra misma,

a veces, las palabras,

¡nunca toman forma de nada!


Frustración.

Quiero sostenerte a mí,

Como lo he intentado

con la lluvia de los últimos días,

Y como el agua de estos torrentes

te diluyes entre mis dedos.

Sólo puedo ver

como fluyes,

que te marchas,

con toda prisa

y no puedo hacer que te quedes.






Queja.

Ya no saben de qué quejarse los octogenarios sanos.

Imagínate:

Tengo 84 años

estoy entero

no sufro de dolencias

y no estoy enfermo:

¿todo esto para qué?

¿qué quiere conmigo él,

él que está allá arriba?


Elegia a modo de protesta.

Disculpa por no ir a un novenario.

No lo sabías

pero sólo necesitabas morir

para que te quisieran,

sólo por eso me negué a ir

a los velorios,

porque en vida

te obligaban a mendigar,

de puerta en puerta,

por algo de comida.

Y en estas fiestas

para pedir por tu salvación

a nadie falto bocado

empezando por tu familia.

A mí siempre me ha gustado la congruencia

por eso no siento irrespetuoso

el no ir a despedirte,

más

si no entiendo la razón

de por qué tu familia

prefirió

darte el trato en vida

que te dio:

hacerte tocar puertas,

correr con las vecinas,

y

hacerte dedicar,

como burro,

a las tareas de limpieza.

Y alguien, sepa quién,

dio un montón de ordenes imbéciles,

gastando dinero

que mejor te hubieran dado,

para llevar a cabo

una comedia de mal gusto

que nadie entiende,

para el último día

de esta puesta en escena:

andar todo mundo vestido

de blanco,

¡Como si eso expiara de alguien

algún pecado!

¡Que la única forma debe ser ya

el voluntario alcanzarte

por esas tierras en las que andas!

Y ese espectáculo repugnante

hizo llorar a los presentes,

por lo menos a quienes no sufrieron amnesia,

un brote psicótico

o ataques de ironía,

lloraron los que debieron llorar,

la gente que por simple desobediencia

al protocolo familiar

que imperaba en toda tu casa

sí te quiso.

La muerte,

¡muerte maldita!

a todos alcanza

a todas llega,

nadie de ella escapa,

y es cierto que ya te tocaba,

pero no todos morimos igual:

porque mientras unos mueren de viejos descansando

tú morías en el descuido y olvidada.


Poema en prosa.


No volveré a existir.

Cuando la vela que es mi vida se consuma por completo, nadie podrá volver a juntar la cera y decir: “Lo logré, reuní todo lo que él era y debe volver a ser él de nuevo”. No, no funciona así. Nada funciona así. Todos, cada uno de nosotros, estamos condenados a desaparecer. Una vida finita para seres que lo quieren todo por siempre. El peor chiste de Dios. Él se debe regocijar cada que uno de nosotros promete estar por siempre. No, no estaré aquí por siempre. Tal vez pronto mi barca salga a flote y deba navegar tres metros bajo tierra, o más. Todo lo necesario para apagar en mí el deseo de escapar a lo inevitable… No volveré a aparecer en este mundo, es lo único que tengo por seguro y doy gracias. Aunque de ello, también, viene la necedad de hacer todo lo que pueda, de plasmar mi huella y quede rastro en el mundo de que existo.



Sin título.

I

A tumba y roce

Se prepara la milpa

Para sembrar la semilla.


A golpe de machete

Se preparan, también, las palabras

Para escribir poesía.


Pero el poeta sufre de males,

No es observador como el campesino,

No sabe nada de tiempos.


Escribe poemas por doquier

Aunque la canícula queme

Los verdes brote de su verso.


Y sólo algunas veces,

En contadas ocasiones,

Ha de ver fruto a sus creaciones.


II

¿Qué es la poesía

sino es la entrega de cachitos

de mi alma

a quien la lea?


¿Qué es mi alma

sino una simple herida

que desborda poesía?


Por mis venas no brota

sangre ya,

fluye un cúmulo de palabras

que todo intenta abarcar

y de tanto que lo intenta

nada, o casi nada, aprieta ya.










Telas guangas.

Escrito durante un ataque de migraña en el IMSS.


La gente de pantalones vencidos,

Bolsas flojas

Que ya nada aguantan,

De cremalleras reventadas

Por el constante sube y baja

De sus vidas.


Tela que ha pasado a ser talla 36

Cuando era 30.


Pantalones viejos,

Tan viejos como estos sueños

De cambio

De transformación,

¿Mis abuelos soñaron

con los mismos sueños

que tengo yo?

¿Y los abuelos de ellos?

Antes, incluso, de que se usaran pantalones

Las enaguas,

Los jorongos,

Los zarapes,

Cuando iban encobijados

Y con taparrabos.

Total, montones y montones

De tela de mala calidad

Para cubrir el cuerpo de un ser humano

Que en algún momento se preguntó,

En voz baja para sí mismo,

Pero perforando toda su estirpe:

¿Cuál será el día que todo esto cambie?


Porque cada vez que me pregunto lo mismo

la boca me sabe a tierra

y las ropas que llevo puestas

las siento más ajenas

y más vencidas

insostenibles

quebrantadas

y quiero,

de verdad que quiero,

es más, es necesario,

cambiarlo todo,

empezando por la situación que vivimos hoy,

para hablar en otra ocasión de pantalones.


Llover sobre mojado.

Creo que fui estúpido

al escoger

de qué manantiales tomar mis alegrías.

Porque de ellos,

aunque es fácil obtenerlos,

es complicado saborear su consuelo.

¡Qué dicha que mi felicidad

sólo dependiera

de tener un coche nuevo,

no de esta insaciable

búsqueda

de la tranquilidad!

Que fuera tan fácil,

como escribirlo aquí,

tener un poco de aquello que me da paz.

Pero no lo tengo.




Advertencia:[1]

Su salud mental

puede cambiar

de maneras inesperadas

al tomar

este u otros

antidepresivos.

Es posible

que desarrolle

tendencias suicidas,

sobre todo al comienzo

del tratamiento,

y cada vez que la dosis

aumente o disminuya.


Los antidepresivos

son pequeñas dosis de valor,

al parecer.



1º de mayo, 2023.

Entre los lugares más escondidas del mundo

Hasta las ciudades más pobladas,

Se levantan hacia el cielo

los puños

Endurecidos

De los trabajadores,

¿quieren tomarlo ya por asalto?


Se levantan banderas rojas

Teñidas por la sangre sudada

Y que por los capataces,

Los terratenientes,

Los patrones,

Los acaparadores,

Burgueses todos,

Es malbaratada.


Y en todos los idiomas

Conocidos

A una sola voz,

Como un rugido,

Una tormenta,

Un terremoto,

Algo, lo que sea

cualquier cosa, que agrieta la vida existente

y abre paso a una vida nueva,

Los de nuestra clase aclaman, gritan, gimen:

¡Proletarios de todo el mundo, uníos!


Estos poemas me han costado menos de 40 pesos escribirlos.

Lista de precios:

- 13 pesos: una libreta tamaño profesional

cuadro chico de cien hojas de mala calidad.

Lugar suficiente para contener en sí

los salvajes versos.

- 7 pesos: una pluma negra

de calidad media.

Para llenar de tinta

el alma de quien me lea.

- 9 pesos: un corrector.

Por la autocrítica constante

y, por admitir,

que no son suficientes

un montón de manchones

sobre los errores.

También, por el empeño

de encontrar

la palabra

que calce perfecto,

como zapato al pie,

no,

mejor como un tornillo

a la maquinaria

para no estropearla,

bueno, como a todo eso,

este poema.


Pero esta cantidad total de dinero

No alcanza a cubrir la plusvalía,

Porque el trato hacia mi persona

Por mí mismo es burgués:

Explotación por doquier.


No cubre nada de lo que ha costado

Recoger e integrar la materia prima

Para convertirla

A fuerza de mazo;

Con golpes sobre un yunque;

Usando el dolor de mis brazos;

En fin, todo lo necesario que debe intervenir,

Para hacerla poesía.




Porque no sólo es haber encontrado una palabra

Perdida entre cientos de miles de más palabras,

Sino las horas de insomnio por ellas contenidas;

Un solo verso podría equivaler,

Perdón si erro es que no he dormido,

A cien horas de sueño,

Nada más.


¿Qué de todas las horas acumuladas

y dedicadas a vivir

entre las personas de a pie,

a quienes escribo los versos?

¡Cómo se puede valuar esto!


¿Será con una romana,

un topómetro

o qué instrumento

van a utilizar

para cuantificar el valor

de lo aquí escrito?




¿Cuánto vale la valentía de una frase?

¿Y la osadía?

¿Qué con todas las caricias qué puede contener lo dicho?

¿Cuántos suspiros me vale el haber escrito algo

en el momento más adecuado?

Eso, en sí, ya es inapreciable.

Como escribir y sostener: proletarios del mundo, uníos,

En medio de dictaduras de la burguesía,

Convicción que vale ya más que mi vida.


Porque bien podría escribir sólo de mi vida,

De las señoritas que he amado,

De los amargos laberintos de la soledad,

Un montón de reflexiones sobre nada

tan vacías de contenido

que sólo eso valdrían:


Notas [1] Lo que se encuentra en cursivas está tomado directamente sobre la descripción de los efectos secundarios de un antidepresivo que debo tomar, no quiero citarlo porque no quiero que sepan cuál es.


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