“Debe ser pecado escribir de comida en donde hay gente que no tiene ni un bocado”
Alguien que escribe bien comido.
Papá llegó a casa con una bolsa llena de deshechos de pollo: vísceras, principalmente. Corazones, hígados, pulmones, mollejas, tripas, todo lo que la gente no quiere, para nosotros es bienvenido a esto que llamamos casa.
Rompe la bolsa con sus aceitadas y mugrosas manos para colocar el contenido en una olla, la cual llenó de manera previa con agua (quién sabe de dónde la sacó, el grifo más cercano está a dos colonias de distancia). Enjuaga sus manos y después la comida maloliente. Uno por uno cada desperdicio pasa en fila frente a nuestros ojos, como en los desfiles que vemos en los aparadores.
Mamá, mientras tanto, rompe otra silla y atiza la leña para calentar el aceite. "Todas las tripas serán fritas", dice de tal manera que nadie pueda contrariarla. Entre ambos rejuntan unas monedas y mandan al hermano más grande, pero menos idiota, a comprar tortillas para poder requintear.
Mamá se prepara un taco y lo prueba, piensa que le falta sal (como a toda la comida que se prepara en esta sala-comedor-dormitorio) pero no se queja y traga sin apuro.
-Papá, ¿qué vamos a comer mañana?
-Depende de lo que puedan robar de la basura del mercado.
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